El milagroso santo polaco San Jacinto de Yaguachi es venerado desde antes de la colonia española. Esa tradición de fe es llevada por miles y miles de devotos que de todos los confines del mundo acuden ante su majestuosa e imponente imagen cuidada celosamente en su Catedral y participan de la novena, la liturgia. Rezan, piden y/o agradecen por favores recibidos en la salud, estudio, siembra o cosecha agrícola, trabajo, en el hogar o en la familia, éxitos en el amor. Lo hacen cada año en el mes de agosto.
Los días más frecuentados son 14, 15 y 16, donde todo tipo de comerciantes procedentes de la Costa, Sierra y Amazonía hacen su agosto con comidas preparadas, llapingacho, cuy asado, caldo de gallina criolla, cazuela, bollo, frutas, guarapo, caña de azúcar, dulces, artesanías, juguetes, ropa, chucherías en general... Bares, discotecas y mil diversiones... Todo en una mezcla sana de religión, turismo y placer.
Es clásico ver a los/as estudiantes de Milagro, Durán y Guayaquil que son infaltables y con sus uniformes se hacen la pava o se fugan en grupos de compañeros/as poniendo la nota alegre que luego formará parte de sus anecdóticas “muchachadas” de adolescentes...
Quién no recuerda haberse hecho la pava para ir a comer los dulces a Yaguachi con su pelada que tire la primera piedra... ¿O cuál “mono” no se enamoró de una linda “paisana” en las fiestas de Yaguachi?... ¡Y el tiempo sigue su marcha!...
Ab. Elio Roberto Ortega Icaza
